Cuatro motores fundidos y un país a la deriva: la economía mexicana tambalea en 2025

La economía mexicana atraviesa un escenario preocupante en lo que va de 2025. A pesar del relato oficial de estabilidad, los indicadores clave —consumo, inversión, empleo y confianza— revelan un país estancado, con una estructura productiva que no logra reaccionar ante la incertidumbre global ni al desinterés interno.
El diagnóstico no deja lugar a dudas. Según los datos de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México, el consumo privado —motor fundamental de la economía— acumuló cuatro caídas consecutivas en lo que va del año. Las ventas al por menor, tanto a nivel nacional como en la capital, no han recuperado los niveles previos a la pandemia y la inflación, aunque controlada en términos generales, sigue pegando fuerte en sectores sensibles como la salud, educación, gastronomía y turismo.
A esto se suma el desplome de la inversión productiva. Desde septiembre del año pasado se registran retrocesos sostenidos, con caídas superiores al 6 por ciento en enero y febrero. Las empresas, asfixiadas por la falta de certidumbre jurídica y el debate político por las reformas judiciales y la desaparición de organismos autónomos, han optado por congelar sus proyectos.
Mientras tanto, la confianza tanto del consumidor como del empresario cayó en picada. El índice de confianza del consumidor lleva seis meses consecutivos en descenso. La percepción sobre la situación futura del país y de los hogares también está en retroceso. La mayoría de los ciudadanos no cree que la economía mejore en los próximos 12 meses y mucho menos que aumenten sus ingresos.
Desde el sector privado, advierten que los riesgos no vienen solo del exterior. Vicente Gutiérrez Camposeco, presidente de la CANACO Ciudad de México, señaló que México corre el riesgo de convertirse en el “basurero de los productos chinos”, en medio de una invasión comercial disfrazada de competencia leal. La informalidad, la corrupción en las aduanas y la falta de reacción de las autoridades agravan el problema.
Con un crecimiento proyectado de apenas 0,2 por ciento y una pérdida masiva de empleos formales a finales de 2024, el país parece avanzar hacia un terreno más parecido al estancamiento que al desarrollo. La advertencia de los empresarios es clara: sin inversión, sin reglas claras y con motores fundidos, no hay economía que aguante.